Opinión 

COCEI: Lo que el sismo se llevó

Isidoro YESCAS

En el recuento de daños provocados por el terremoto del 7 de septiembre en la ciudad de Juchitán uno de los grandes damnificados políticos fue la COCEI, o más bien, sus liderazgos y las once tribus políticas que ya hace mucho abandonaron las luchas sociales para convertirse en grupos clientelares y electoreros que cada tres años se reparten los espacios políticos y administrativos del ayuntamiento local y se disputan otros cargos de elección popular.

Si el terremoto hubiese ocurrido en los años ochentas, o todavía los noventas, es muy probable que quienes estuvieran organizando a los damnificados y a todos los juchitecos para salvar o rescatar sus vidas, patrimonio y cultura serían los coceístas. Pero no fue así: en ausencia de la COCEI y de sus autoridades municipales, que no se ven ni se sienten cercanos a sus representados, son los propios pobladores quienes se organizan y protestan, lo mismo para obtener y cocinar sus alimentos que para exigirle a los gobiernos federal y estatal más apoyos y atenciones y menos publicidad.

Surgida a mediados de la década de los setentas, la COCEI ha transitado desde entonces por diversas etapas: desde una organización social antisistémica identificada con la izquierda, radical hasta cierto punto, con fuerte arraigo entre los pobres y campesinos sin tierra, hasta promotora de históricas luchas por la defensa del voto popular y el poder municipal, ya por la vía del PCM o a través de las siglas del PSUM y luego  del PRD.

Pero el poder corrompe y a fuerza de empezar a privilegiar la vía electoral sobre las luchas sociales, y a pactar todo tipo de acuerdos políticos y negociaciones económicas con los gobernantes del PRI (no olvidar la “histórica” concertacesión con  el salinismo) los viejos dirigentes  de la COCEI, y aún los de la segunda generación, progresivamente fueron abandonando su ideología, convicciones, principios, programa de lucha, etc. para terminar haciendo política y gobernando prácticamente con los mismos métodos y estilos de sus adversarios.

Hoy la COCEI como tal ya no existe. Pero está patentado como marca registrada tanto en el PRD como en el gobierno del estado. Y al parecer ya empiezan a correr los trámites para que cualquiera de sus once tribus, con sus respectivos líderes, se lleven la marca a MORENA.

Hoy, la COCEI y su ayuntamiento quedaron enterrados con el terremoto, no así el pueblo juchiteco y  todos los que otros pueblos que alguna vez formaron parte de esta organización.

Todos ellos –y ellas- resisten y se van levantado poco a poco, pese al atropellado apoyo gubernamental; pese a los desplantes de funcionarios públicos federales y estatales; pese a las inclemencias del tiempo, y pese a la rapiña electoral y a la que lleva a cabo la delincuencia común y organizada de allá y de acá.

Hay señales de que después del terremoto, desde abajo, desde la sociedad agraviada por la naturaleza y los políticos, algo puede cambiar en las relaciones sociales y políticas de Juchitán, y demás pueblos istmeños, con sus gobernantes.

Y las voces de protesta que se multiplican por el intento del gobierno federal para imponer un modelo de reconstrucción ajeno a su hábitat y su cultura puede ser el principio de la emergencia de un nuevo movimiento social.

Al tiempo.

@YescasIsidoro

Septiembre 21 del 2017.

 

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